La Ilustración, según
Kant, es la salida de la minoría de edad y con esto se refiere a ser capaz de servirse
por su propio entendimiento sin la dirección de nadie más. “Sírvete a ti mismo,
sin la necesidad de un guía”, es la premisa de Kant.
El miedo y la pereza
son: la principal fuente de la
mediocridad. Kant está convencido de que existen sustitutos a cualquier
actividad que podemos hacer nosotros mismos. Por ejemplo: “Para qué preocuparse
por la falta de moral, si existe un pastor que llena ese vacío”. La mediocridad es una forma fácil y cómoda de
existir. Esto no es completamente culpa
del individuo, también es culpa de su entorno social, que lo seduce con la vida
cómoda proporcionándole sustitutos a su capacidad de pensar por sí mismo. Esto
es una esclavitud de pensamiento, pero cuando se ‘libera’ al individuo es casi
inevitable que este no sucumba a su Ilustración.
Pensar por sí mismo es
la vocación del hombre. La libertad de pensar por sí mismo, no implica la sublevación
ni reto a la autoridad. Un pensador sabe que en público debe obedecer y no
provocar problemas, pero en privado se le puede permitir argumentar contra sus
superiores.
Kant pregunta: ¿Vivimos
en una época de Ilustración? Él mismo responde diciendo: “No totalmente, aún no
todos los hombres piensan por sí mismos, pero existen indicios de que vamos por
buen camino”. En el contexto social de su época, según él dice, poco a poco, la
Ilustración y la libertad invaden a los individuos. Si me preguntara en esta
época le respondería: “Sí, estamos en una época de Ilustración, siempre hemos
estado entre ilustrados y no ilustrados. Pero también, buscamos comodidad y
estancamiento. Sin embargo, existen otros individuos que buscan ir más a allá.
Verdaderos ilustrados que nos han contagiado de la verdadera libertad y
progreso. No todos podemos pensar por nosotros mismos. Si eso pasara,
existirían más guerras y peleas, destrucción y retroceso tecnológico, por eso
siempre se necesitan dos clases de individuos: ilustrados y mediocres”.
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