Aclaración

Este blog es parte de un proyecto de la Universidad Autónoma Metropolitana. Todo lo escrito aquí es creación total del autor y cualquier parecido a la realidad es mera coincidencia.

lunes, 19 de marzo de 2012

8 de la noche


Me gustaba decir que eras perfecta para mí. Aunque sabía que me sentía solo cuando estaba contigo. Pero así era mi amor, y así es como me gusta recordarlo. A veces puedes volverte adicto a algún tipo de tristeza como a la resignación de que el final llegará. Nuestro amor no tenía sentido y cuando dijiste que tenía que terminar, me sentí aliviado. Pero no tenías que terminar todo tan violentamente. Actuar como si no hubiera pasado nada y que no hubiéramos sido nada. Sabes que no necesitaba tu amor, pero me trataste como un extraño y eso me lastimó. No tenías que correr, mandar a tus amigos para recoger tus cosas ni cambiar tu número. Ahora solo eres alguien a quien solía conocer.

Tomé mi auto para alejarme de tu vida otra vez. Deseaba quedarme pero mi orgullo no lo permitió. Quería que vieras mi cara asomarse por la ventana. Sabías que mataría por ti y que haría cualquier cosa por ti, pero eso no cambió nada.

Necesitaba aclarar mi historia. Necesitaba un segundo para entender lo que había pasado. Mis amigos estaban en el baño elevando sus mentes tan alto como el cielo. Mi nueva amante me esperaba cruzando el bar. Sabía que nos habíamos olvidado pero entre palabras sutiles y bebidas se asomaban disculpas y nuevos sentimientos. Escuchamos gritar y nos unimos a las palabras de Adolfo que dijo:
“Esta noche somos jóvenes. Podemos prender la Tierra en llamas y brillar más que el Sol”.

Ahora sabía que yo no era ni la mitad de lo que tú. Solo necesitaba buscar un nuevo lugar donde caer.

Ahí estaba. Viendo las sombras de perros y gatos. Escuché a una mujer gritar: "Dios mío. Creo que se cayó". Mi cuerpo estaba descansando y besando el suelo como si fuera una cruz invertida. Un sacerdote se acercó a mí y me dio la extremaunción. Yo le dije: "Padre, es muy tarde. Mi fe es débil. Por favor, no me diga su falso sermón".

Después un hombre tomó mi mano y dijo: "Hijo, vamos a superar ésta. Agarra mi mano y vamos a rezar". Le grité: "¡No!". El sonido de una ambulancia se escuchaba. Los policías empujaban a la gente. Inhalé por última vez y escupí sangre. Los paramédicos llegaron y los escuché decir: "Hora de muerte: 8 de la noche".

No hay comentarios:

Publicar un comentario