Me gustaba decir que eras perfecta para mí. Aunque sabía que me
sentía solo cuando estaba contigo. Pero así era mi amor, y así es como me gusta
recordarlo. A veces puedes volverte adicto a algún tipo de tristeza como a la
resignación de que el final llegará. Nuestro amor no tenía sentido y cuando dijiste que
tenía que terminar, me sentí aliviado. Pero no tenías que terminar todo tan
violentamente. Actuar como si no hubiera pasado nada y que
no hubiéramos sido nada. Sabes que no necesitaba tu amor, pero me
trataste como un extraño y eso me lastimó. No tenías que correr, mandar a tus
amigos para recoger tus cosas ni cambiar tu número. Ahora solo eres alguien a
quien solía conocer.
Tomé mi auto para alejarme de tu vida otra vez. Deseaba quedarme
pero mi orgullo no lo permitió. Quería que vieras mi cara asomarse por la
ventana. Sabías que mataría por ti y que haría cualquier cosa por ti, pero eso no
cambió nada.
Necesitaba aclarar mi historia. Necesitaba un segundo para
entender lo que había pasado. Mis amigos estaban en el baño elevando sus mentes
tan alto como el cielo. Mi nueva amante me esperaba cruzando el bar. Sabía que
nos habíamos olvidado pero entre palabras sutiles y bebidas se asomaban disculpas
y nuevos sentimientos. Escuchamos gritar y nos unimos a las palabras de Adolfo
que dijo:
“Esta noche somos jóvenes. Podemos prender la Tierra en llamas y
brillar más que el Sol”.
Ahora sabía que yo no era ni la mitad de lo que tú. Solo necesitaba
buscar un nuevo lugar donde caer.
Ahí estaba. Viendo
las sombras de perros y gatos. Escuché a una mujer gritar: "Dios mío. Creo
que se cayó". Mi cuerpo estaba descansando y besando el suelo como si
fuera una cruz invertida. Un sacerdote se acercó a mí y me dio la
extremaunción. Yo le dije: "Padre, es muy tarde. Mi fe es débil. Por
favor, no me diga su falso sermón".
Después un hombre
tomó mi mano y dijo: "Hijo, vamos a superar ésta. Agarra mi mano y vamos a
rezar". Le grité: "¡No!". El sonido de
una ambulancia se escuchaba. Los policías empujaban a la gente.
Inhalé por última vez y escupí sangre. Los paramédicos llegaron y los escuché
decir: "Hora de muerte: 8 de la noche".
No hay comentarios:
Publicar un comentario